Mariano Dossena tiene la costumbre de meterse con los clásicos, los políticamente correctos, los políticamente incorrectos… todos aquellos que plantean un desafío desde un texto complejo, una reconstrucción histórica, una mirada contemporánea sobre aquello que ya no es como era.
Esta vez, eligió Los invertidos (sí, pero ya está preparando otra cosa), con el peso además de haber sido puesta en escena por uno de los más grandes directores, Alberto Ure; Y está bárbaro que asuma el desafío y que lo haga desde este lugar, podríamos decir, respetuoso del texto dramático.
En algún punto hace docencia, abre las puertas de un teatro que no es necesariamente revisitado. Y es interesante observar la mirada prejuiciosa y determinista desde la actualidad. No hay texto del pasado que actualizado (la referencia es simplemente a la puesta en escena, son otros los cuerpos, por dar un ejemplo, nomás) no empiece a hablar también desde el presente.
Y ese contraste permite seguir reflexionando.
Además del desafío del material con el que trabaja, otro acierto se produce a nivel de la dirección de actores. La actuación acorta las distancias y reduce un siglo a su mínima expresión y todavía es posible conmoverse, lamentarse, entender y enojarse con aquella sociedad (y con la propia), incapaz de aceptar que “no se puede elegir en el amor.”
Mónica Berman