Entrevista a Antonio Grimau

"LOS INVERTIDOS ME DIO LOS
MAYORES PREMIOS QUE PUEDA
RECIBIR UN ACTOR NACIONAL"


¿Quién lo convocó para la obra?
Emilio Alfaro, director artístico del San Martin en ese momento.

¿Por qué aceptó el proyecto?
Porque el director era Alberto Ure, por la calidad del elenco, porque era un proyecto para el San Martin y, esencialmente, porque después de casi ocho años de no hacer un teatro comprometido artísticamente significaba darme a mí mismo la oportunidad de desafiarme para conocer mis limitaciones como actor, ya que habiéndome formado con J.C.Gené para básicamente actuar en teatro, hasta ese momento mayoritariamente me había desarrollado como actor en televisión. Era una manera de probarme, si todavía estaba en condiciones de enfrentar un proyecto de gran envergadura artística.

¿Qué le atraía para querer contar esta historia?
Un autor nacional. También el hecho de que contaba una historia en tiempo y estructura clásica, desde el punto de vista dramático. Y la posibilidad de encarar un personaje homosexual, inédito en mi trayectoria, con un perfil psicológico complejo y perteneciente a una clase social que, en lo personal, me resultaba muy distante. En definitiva, un personaje, en todo aspecto, muy lejos de mi naturaleza, que por lo opuesto, me interesaba indagar y representar.

¿Qué repercusiones tuvo la obra en esa época?
Básicamente, interesó la revelación que hiciera el autor del mundo de la homosexualidad encubierta. En un momento en que la sociedad empezaba a abrirse cada vez más a todo lo que tuviera que ver con el mundo gay, esta obra vino a aportar una mirada profunda y audaz, teniendo en cuenta que fue escrita en 1914, y estrenada alrededor de esa misma época. Además presentaba un abanico de personajes porteños no habituales y de distintos estratos sociales. Una obra reveladora de dramáticos hechos ocultos sucedidos en la alta aristocracia autóctona. Tengamos en cuenta que al momento de su estreno original fue prohibida a los quince días de representación por las autoridades y a pesar del tiempo transcurrido continuaba siendo una pieza profundamente revulsiva y generadora de polémicas.

¿Cree que tendrá la misma repercusión en la actualidad?
Es probable que hoy, teniendo en cuenta cierta apertura social hacia la aceptación del mundo gay, sea tomada con una mayor naturalidad. De todos modos, sigue siendo una tragedia de enorme fuerza e interés.

¿Cuál era su personaje?
El Dr Flórez. Es importante recordar que Ure de Juez lo convirtió en Psiquiatra.

¿Cómo fue el proceso creativo?
Ensayamos a lo largo de más de seis meses a seis horas por día, exhaustivamente, para ir acercando los puntos en común que cada uno de nosotros podía llegar a tener, de distintas maneras, con sus personajes.


¿Cómo dirigió Ure?

Con el rigor propio de su método de trabajo, poniendo una energía descomunal, sumada a su portentosa creatividad, llevándonos, incluso a veces a través del humor, y hablo de situaciones francamente hilarantes, hasta las más trágicas situaciones de la obra, metiéndonos en la psicología tan controvertida de los personajes a través de improvisaciones, pero siempre partiendo prioritariamente de la letra memorizada en su totalidad desde el primer ensayo.

¿Hubo censura o algún hecho en contra de la obra?
No tuve conocimiento real de hechos de censura, pero si se puso absurdamente en duda la, a todas luces, incierta posibilidad de que la obra fuera un alegato anti-gay, ya que de ninguna manera, ni la puesta, ni la obra contuvieron en su esencia ese objetivo.

¿Cómo vivió esas acusaciones?
Con la satisfacción de defenderla de esos ataques con la autenticidad, honestidad, y claridad que me confería tener clara conciencia de que ni la puesta ni la obra eran homofóbicas en absoluto.

¿Qué satisfacciones o disgustos le dio hacer “Los invertidos”?
Por sobre toda las cosas, tal vez o con seguridad, la mayor satisfacción que pueda dar un trabajo en teatro, comenzando por la repercusión en la gente, en los medios, y por añadidura los mayores premios que pueda recibir un actor nacional. No tengo más remedio que decirlo. En cuanto al lado menos positivo, fue tener que enfrentar algunas voces que, como dije antes, se alzaron para criticar, equivocadamente, la tendencia del espectáculo. Pero fue, también, una satisfacción poder defender la honesta y audaz propuesta de González Castillo.

¿Cómo era el grupo de trabajo?
Nos llevábamos auténticamente bien. Un grupo de actores eminentemente teatrales, homogéneo, y totalmente consustanciado con la esencia misma de la obra. Agrupados por la capacidad directriz del gran Alberto Ure.

¿Qué provoco en su entorno, sus amigos más cercanos, sus parientes, el hecho de que interpretase a un homosexual, aun siendo una puesta oficial?
Con la naturalidad propia del que entiende que un actor esta expuesto, y en buena hora, a interpretar los más diversos personajes.

Antonio Grimau